Las Varillas: dos mujeres que hacen historia en la aviación local con vocación y perseverancia

En Las Varillas, dos mujeres se destacan por haber elegido un camino tan desafiante como extraordinario: convertirse en pilotos de avión. Nazareth Agostini y Griselda Calvetti siguieron ese sueño en distintas etapas de sus vidas, pero con un punto en común: su formación y primeras horas de vuelo en el Aeroclub Las Varillas, donde ambas encontraron motivación, disciplina y un fuerte espíritu de compañerismo.

Griselda inició su recorrido a los 19 años, cuando convenció a su padre de financiarle las primeras clases de vuelo. Con una fascinación absoluta por los aviones que veía en la pista, se convirtió en alumna del reconocido instructor Bossi, a quien define como un verdadero “maestro”. Recuerda que siempre voló acompañada en las primeras etapas y destaca el ambiente de camaradería que encontró allí, aun cuando era la única mujer del grupo. Ese equipo de pilotos dejó vínculos que perduran hasta hoy. Entre risas, rememora una de las anécdotas más recordadas: los “castigos” que recibía en forma de kilos de yerba por aterrizajes imperfectos.

Voló activamente hasta los 22 años, principalmente los fines de semana. Luego, las responsabilidades familiares la alejaron de la actividad aeronáutica, aunque jamás de su pasión. Aún hoy participa de festivales aéreos y busca cada oportunidad para subirse nuevamente a un avión, aunque sea como pasajera.

La historia de Nazareth es diferente, pero igual de inspiradora. Con 23 años, reconoce que nunca soñó con volar: le tenía miedo a las alturas. Ese temor comenzó a cambiar a los 15 años, durante un viaje a Disney, cuando su padre la alentó a enfrentar su miedo. Un consejo del Ingeniero Aeronáutico Julio Fabro fue clave: visitar la cabina de los pilotos y pedir una explicación técnica sobre cómo se sustentaba el avión. Aquella experiencia fue el punto de partida de una vocación que la llevó directo al aeroclub.

Comenzó su curso de piloto a los 18-19 años, guiada por el instructor Pablo Arfelli, y completó su formación en apenas seis meses. Desde entonces, su objetivo es claro: convertirse en piloto de línea aérea. Para lograrlo, continúa capacitándose con dedicación, sumando cursos teóricos en Córdoba y experiencia laboral en un taller aeronáutico.

Nazareth avanza firme hacia su meta, mientras que Griselda mantiene viva la conexión con los aviones que marcaron su juventud. Dos historias distintas, pero unidas por un mismo motor: la pasión por volar, un sueño que desde Las Varillas se eleva cada día un poco más.